miércoles, 9 de febrero de 2011

La de todos los días.

Tarde de lluvia


Tarde de domingo lluviosa, oigo las gotitas caer.Mi amigo Aute me acompaña y cómo dice el, no me hagas caso… “Que terriblemente absurdo es estar vivo, sin el alma de tu cuerpo, sin tu latido”.

Hoy me inventaré una historia de personaje sin nombre, alguien que pasa desapercibido entre el ajetreo del día y las noches. Tú que me lees quizás te sientas identificado con el.

Mi querido amigo para el reloj a las ocho cada mañana, piensa mientras se lava la cara que el día de hoy será el día idóneo para encontrar eso que tanto ansía; aún sonríe cuando recuerda los días en que no existía la preocupación aunque ahora, cada vez más a menudo la ausencia de todo cuanto tuvo le agobia y le aturde ante lo que representa no tenerlo.

Desayuna lo poco que encuentra en la nevera, un resto de leche fría y unas galletas, piensa que debe ir al supermercado antes de regresar a casa por la tarde, cuando esté exhausto y cansado para cocinar nada. Mira en sus bolsillos cuatro euros y sesenta y siete céntimos, resopla…

Se ha puesto un vaquero y unas zapatillas, ha dejado de usar gomina pero al menos se ha afeitado. Cierra la puerta de casa mientras da los buenos días a la vecina ecuatoriana del segundo que sale con sus hijos hacia la escuela. “Quizás ella tiene la misma suerte que yo” (piensa). Mientras camina por la calle manzanas y manzanas lleva en su mano una bolsa; dentro lleva unas pulseras y varios anillos junto con una carpeta verde esperanza.

Son la una y treinta y dos, siente hambre. Ha pasado caminando desde las nueve un montón de calles. Ha visitado catorce comercios y en ninguno ha encontrado lo que necesitaba.“Es raro, tiempo de rebajas y no encuentro lo que busco”… En uno de los comercios ha dejado los anillos y las pulseras. La una y cuarenta y cinco, mirando al suelo ve una moneda de dos euros, “que afortunado soy”. Es momento de llegar al super, ayer guardo la publicidad tan odiada que dejaban siempre en el buzón, curiosamente cada vez agradece más que exista. Le da tiempo a comparar las ofertas entre las competencias.

Sección de panadería, un cartón de leche, una bolsa de patatas y una botella de aceite, justo suman… seis euros cuarenta y cinco. Arrastra los pies hacia casa, hoy está cansado de buscar, casi piensa abandonar pero mañana sabe que debe continuar buscando algo en que trabajar.

“Dedicado a todos los que sufrimos la crisis”

“Siempre nos quedará el amor que es gratis”