Aquí me encuentro, sola, esperando... Esperando con mi mirada atravesando los cristales del ventanal de una acogedora cafetería con el hilo musical de los murmullos de la gente saludándose y regocijados en su alegría. ¿En qué momento de mi vida dejé de buscar éste tipo de libertad pensadora? Hace unos años era un hábito arraigado a mi, escapar a mi soledad y a las observaciones de otros a mi persona; apartarme del mundo y garabatear en un trozo de papel mil pensamientos locos que a mi sólo me importan. Pues sí, creo que el momento de volver a hacerlo ha llegado, el momento de pensar en cosas estúpidas y elocuentes para despojarlas de mi cabeza y llegar a comprender porqué la vida es tan maravillosa conmigo y me ofrece tantas posibilidades de disfrutarla.
La inconformidad está arraigada en mi, vivo en constante curiosidad de experimentación, me reto continuamente a superar cualquier extremo de mi ser y eso me aporta una cantidad de emociones que superan mis expectativas y me alentan a seguir maravillandome en cada oportunidad que se me brinda. Un té a solas,una limpieza de alma reconfortante y auxiliadora; un momento de vida más allá de la realidad. Un té que se acaba en un puñado de monedas en un cajón pero esas monedas las espero de vuelta en un rinconcito de mi corazón.
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